
El último viernes, la última noche, y dos sueños totalmente difusos en mi mente, visión y mi negado pálpito.
Luego de un rato largo de sensaciones cruzadas, supe tu nombre. Era extraño ver que te encontré aquí, que después de una cena, quisieras “conocer” la parte superior de esta construcción y, finalmente la mayor satisfacción de que mis días bajo la helada lluvia desaparecerían sintiendo tus manos sobre las mías, y luego el calor de tus brazos. Nuestro tuteo no tardó en llegar. Por unos instantes de mi vista habías desparecido, e ido a un lugar no muy lejos, yo, acomodando portarretratos de un lejano pasado, me decía a mi misma: -“Todo terminó, adiós a todo lo que momentáneamente me quisieron llevar por el camino de la confusión”-.
Me sorprendía la situación, me exaltaba saber que eras TÚ. Pero también, de repente, me sorprendió que había abierto los párpados lentamente- como si todavía estuvieses aquí-, pero no. Un simple y acomplejado sueño, estaba en mi cama tal como me recosté a las 10:24 p.m. Pronto mi humor comenzó a sufrir una metamorfosis, lo juro, no entendía el porqué. Unas cincuenta y tres vueltas en mi colchón enredada entre sábanas.
Intenté volver a la continuación, (todo esto perdía el sentido ya) pero si en mis sueños solo por este tiempo estará, viviré entre ellos hasta caer en la realidad. Con respecto a la desesperación de quizás verte jamás y mi cabeza mareada entre el más allá de una almohada y la fantasía de mi mente, fue grato.
Al buen rato, reconcilié lo anhelado, fue breve. Te vi sonreír, recibí un mensaje y eso bastó.
Un pequeño y estrecho tiempo, estuvieron escondidos en la escabrosa noche, quedarán los restos… ¿A donde se dirigen?.
Agustina
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